viernes, 25 de marzo de 2011

EL KARMA: LA LEY DEL ORDEN Y LA OPORTUNIDAD



Como últimamente se suele tratar bastante el tema de cambios planetarios, profecías, predicciones y vaticinios de todo tipo, incluyo un tema el cual ya se ha tratado anteriormente, pero que da otra visión del por qué ocurren (o pueden ocurrir) según que acontecimientos al margen de que éstos hayan estado profetizados tiempo atrás. Al mismo tiempo incide en el hecho de que no todo es inamovible e inevitable. El futuro lo creamos día a día todos. Lo que tenga que pasar, pasará, pero en cierto modo es responsabilidad nuestra el que evitemos según que acontecimientos, si previamente trabajamos el presente de manera adecuada.

El futuro lo construimos minuto a minuto, no solo con nuestras acciones, sino con nuestras emociones y pensamientos. Si no queremos según que circunstancias, evitemos las causas que las provocan. Es bien simple, pero la historia de la humanidad parece no entenderlo.

Me he permitido la libertad de resaltar en negrita alguna frase digna de reflexión.

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La Teosofía sostiene que en el universo reina un orden que responde a las leyes de la naturaleza. Las leyes naturales operan en el mundo físico, y también en los sentimientos, pensamientos y aspiraciones de cada individuo.


LA LEY DE LA DINÁMICA ESPIRITUAL

El karma es la ley de la dinámica espiritual que se relaciona con cada acto de la vida cotidiana. La palabra “karma” es un término sánscrito que significa literalmente “acción”, pero alude al círculo completo de causa y efecto. Ralph Waldo Emerson la denominó como “la ley de compensación”. Cada pensamiento, deseo y acción afectan en cierta medida el equilibrio del universo. Cuando la armonía se quiebra, el universo busca equilibrarla de nuevo, y este proceso de restauración del equilibrio es lo que llamamos karma.

El karma, según H. P. Blavatsky (co-fundadora de la Sociedad Teosófica), es “la ley que rige el universo, origen y fuente de todas las demás leyes de la Naturaleza. Es la ley inexorable que ajusta las causas y efectos en los planos físico, mental y espiritual del ser; ajusta cada efecto a su causa de una forma sabia, inteligente y equitativa”. Todas las leyes de la naturaleza y todas las leyes morales son expresiones de esta tendencia a restablecer la armonía, que llamamos karma.


NOSOTROS ESCOGEMOS NUESTRO DESTINO

Nosotros creamos nuestro futuro con lo que escogemos a cada instante. Actuando de manera ignorante quedamos atados por los actos, sentimientos y pensamientos egoístas. Para encontrar la paz y la alegría tenemos que poner fin a esos actos egoístas. Sabiendo esto, empezamos a utilizar la ley del karma de una forma consciente, para liberarnos de los efectos causados por nuestra anterior ignorancia.

La muerte no salda las viejas cuentas, como mismo mudarse a un nueva ciudad no cancela las deudas ni los compromisos crediticios adquiridos en la anterior. Los efectos de nuestros actos se arrastran de una vida a otra, conque tenemos que afrontar las consecuencias de nuestro pasado.

Cada uno de nosotros nace con un carácter heredado, en determinado medio ambiente y entorno familiar, que favorecen o entorpecen nuestro progreso. En realidad, todas las circunstancias que se nos presentan son oportunidades de crecimiento que sobrevienen como resultado natural de la forma en que vivimos en el pasado, y constituyen la base de nuestro futuro crecimiento. Nuestro destino no se nos impone. Nosotros lo creamos, día tras día, a medida que vamos tejiendo los hilos de nuestro futuro.

El karma es la ley que ajusta dinámicamente los efectos a las causas. Es la ley de la armonía que equilibra todas las cosas, pero es también la ley de la oportunidad, que nos permite cambiar nuestro pasado por un futuro mejor. Nosotros hemos hecho de nosotros mismos lo que actualmente somos, y de igual manera podemos rehacer nuestro futuro de un modo diferente.


CAUSA-EFECTO

Debido a que la forma en que esta ley opera es muy compleja, no siempre podemos apreciar la relación entre causa y efecto. Algunas veces sólo vemos el resultado y éste parece no tener explicación alguna; o vemos la causa, pero no podemos prever su resultado, y entonces éste parece no existir. Cuando escuchamos hablar por primera vez de karma y reencarnación, incluso podemos sentirnos resentidos de que tengamos que afrontar el resultado de las causas contraídas “por otra persona”. Pero cuando reconocemos que nuestro “yo” real es imperecedero y que existe a través de muchas vidas, podemos entender que cuanto experimentamos tiene su causa en esta vida o en una anterior, y que tendremos su inevitable consecuencia ahora o en una vida futura.

Si entendemos el karma como la ley de la dinámica espiritual del orden y la oportunidad seremos independientes. Nos daremos cuenta de que no podemos escapar a nuestras responsabilidades, y tampoco queremos escapar de ellas. En vez de esto, nos convertiremos en conscientes modeladores del medio que nos rodea. Sólo con una buena comprensión podemos colaborar con el medio y aplicar las leyes naturales, como mismo un piloto consigue volar en un avión cuando comprende cómo funciona la ley de la gravedad y aprende a neutralizarla mediante la aplicación de otros principios naturales.

Igualmente, en el mundo moral, trascendemos las inevitables consecuencias del karma mediante su comprensión, poniendo en movimiento las causas que producirán los efectos deseables y neutralizarán los indeseables. En la inviolabilidad de la ley yace la liberación, porque ésta nos permite rehacer nuestro presente carácter, resultado de nuestras vidas pasadas, y moldear nuestro futuro carácter como lo deseamos.


NO ES PREDESTINACIÓN

El karma no es predestinación ni fatalismo. El fatalismo y la predestinación significan que los individuos están tan atados por las circunstancias o por alguna otra fuerza externa, y que ningún esfuerzo personal que ellos hagan podrá liberarlos. Eso es exactamente lo opuesto al karma.

Debido a la forma en que opera el karma, cuando nosotros generamos causas indeseables, también podemos modificarlas y neutralizar las fuerzas resultantes sabiendo cómo funcionan las leyes naturales. Podremos estar temporalmente atados, pero esa atadura fue creada por nosotros mismos, y nosotros también tenemos la capacidad de modificarla para mejorar nuestro futuro.


PRINCIPIOS BÁSICOS

Aunque la ley del karma es muy compleja porque presenta múltiples permutaciones y combinaciones en la vida humana, cualquiera puede comprender y emplear de inmediato sus principios fundamentales.

Vivimos en tres mundos: físico, emocional y mental, y generamos energías o fuerzas actuando en esos tres mundos. Esas energías acarrean un determinado resultado dentro de cada esfera. Los actos físicos repercuten a nivel físico; los deseos y los sentimientos determinan los lazos familiares y las relaciones sociales; y los pensamientos resultan en capacidades mentales, habilidades y tendencias. La suma de todos juntos conforma el carácter.


LAS ACCIONES A NIVEL FÍSICO

Si nuestros actos proporcionan alegría a los demás, tarde o temprano nos encontraremos en un medio ambiente afortunado, con crecientes oportunidades de repartir aún más felicidad y buena voluntad. Pero si causamos dolor o infelicidad a otras personas por causa de nuestros actos o por negligencia, eventualmente nos encontraremos rodeados de circunstancias infelices hasta que aprendamos, por experiencia propia, a tener una mayor sabiduría en el vivir.

La ley del karma en sí es impersonal; no es buena ni mala. Sin embargo, desde el punto de vista de la evolución, bueno es todo lo que fomenta la evolución, y malo es cuanto se opone al progreso hacia una mayor perfección. El karma no es para castigar a quienes hacen mal, sino para instruirlos. Cuando la persona aprende finalmente su lección, la naturaleza ha logrado su propósito educativo.


LAS ACCIONES A NIVEL EMOCIONAL

La fuerza generada a nivel emocional proviene de nuestros deseos y sentimientos. Buscar la satisfacción de nuestros deseos ayuda a nuestro propio desarrollo haciendo que nos apeguemos a los objetos deseados. Entonces, por los resultados obtenidos, podremos juzgar cuán sabios y prudentes fueron nuestros deseos. A través de los frutos de los deseos no sabios, aprendemos a trasmutar esos deseos en otros más elevados, hasta finalmente obtener la liberación de todo deseo. Mediante el disfrute de la felicidad engendrada por los deseos sabios recibimos iluminación, y eventualmente aprendemos a ser felices bajo cualquier circunstancia.

El deseo también atrae oportunidades. Cuando entendemos este principio, sabemos que para obtener mejores oportunidades de cualquier tipo en un futuro, tenemos que cultivar los deseos dentro de esa línea de acción y ponerlos en práctica desde ahora.


LAS ACCIONES A NIVEL MENTAL

La tercera fuerza corresponde al pensamiento. La energía generada por el pensamiento aumenta nuestra capacidad para pensar con claridad. Dedicar un tiempo todos los días a pensar de una forma consciente y controlada incrementará el poder de nuestra mente para utilizarla como instrumento. Los pensamientos son materia, literalmente. Son modificaciones de la energía mental que nos rodea.

Muchos pensamientos están fuertemente vinculados a emociones y, por lo tanto, ponen en contacto a quien los piensa con otras personas, creando relaciones que pueden ser gratas o no. Como dijera Job: “Aquello que más temo se me viene encima”. Eso es lo que ocurre, pero también sucede lo contrario: lo que más amamos o queremos también se nos da, lo creamos con nuestro pensamiento.

Esta es la clave del poder. Sabiendo que nos convertimos en lo que pensamos, podemos aplicarnos deliberadamente a pensar en las virtudes y cualidades que deseamos desarrollar. Poco a poco, el poder modelador del pensamiento creará esas cualidades en nosotros. El proceso es tan confiable y natural, como el desarrollar los músculos mediante el ejercicio.


LA REENCARNACIÓN, UN MEDIO NECESARIO

Obviamente, la armonía y el equilibrio no siempre se logran en una vida. Por eso renacemos, no para experimentar la vida otra vez, sino para convertirnos en seres armoniosos. Los ciclos de reencarnación proporcionan la extensión de tiempo necesaria para que la ley del karma pueda obrar. Tanto los actos como sus móviles son importantes y cada uno acarrea sus propias consecuencias. Los actos repercuten sobre el medio ambiente que nos rodea, pero el móvil repercute sobre el carácter. Cuándo nos enfrentamos a un resultado desagradable del karma, debemos buscar la forma de modificarlo de manera constructiva, recordando que es una oportunidad para progresar, y para forjar nuevas y mejores cualidades del carácter. El valor y la serenidad para afrontar las desgracias, y un persistente esfuerzo para erradicar todo sentimiento de mala voluntad o resentimiento contra quienes parecen ser los responsables de nuestra desdicha en esos momentos, contribuirán notablemente a mejorar nuestro presente y futuro.


NUEVAS OPORTUNIDADES

A veces se nos presenta una oportunidad que parece imposible que podamos aprovecharla. Sin embargo, ésta no se nos presentaría a menos que la ley del karma no nos la hubiera traído como consecuencia de nuestros deseos y esfuerzos previos, y debe ser utilizada con decisión. Cuando se nos presenta la oportunidad de hacer algo, es porque hemos trabajado anteriormente para obtenerlo. Ahondando ahora en ello un poco más, podríamos estar dando el paso final para darle expresión activa a un poder latente.

El resultado del karma con frecuencia no se aprecia de inmediato. Es como una semilla dormida y aparentemente muerta. Pero ésta eventualmente germina, madura, y se logra la cosecha. En el fértil terreno de nuestra triple naturaleza —física, emocional y mental— plantamos las semillas de nuestro futuro llevando con nosotros la rica cosecha recogida en el pasado. Si la cosecha actual nos parece pobre y estéril, podemos mejorarla sembrando mejores semillas. Nunca nos quedaremos sin una oportunidad para plantar de nuevo las semillas del amor, la bondad y la generosidad, que podremos cultivar y recoger luego como una cosecha de sabiduría, comprensión y paz.

Nuestro actual carácter es nuestro récord del pasado y nuestra promesa del futuro. Nuestras presentes habilidades son el resultado de nuestro pasado, y los peldaños de la escalera que nos llevará a un mejor mañana. A medida que ascendemos, moldeamos el presente con vistas al futuro y de esta forma cambiamos nuestro pasado. Lo que fueron fracasos se convierten en peldaños para ascender por la escalera de la perfección.

La belleza y majestuosidad de la ley del karma se evidencia en estas palabras de Mabel Collins:

“Cada uno de nosotros es su propio legislador absoluto, dispensador de glorias o tinieblas para sí mismo; quien decreta el curso de su vida, su recompensa o castigo”. (El Idilio del Loto Blanco)

“No siembres semillas para tu propia cosecha; siembra solamente aquéllas cuyos frutos servirán de alimento al mundo.” (Karma)


Fuente del artículo: The Theosophical Society in America

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo.
    El Karma es la más Bella Sanación del Universo.


    Un abrazo.
    Gracias.

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  2. Gracias por vuestro comentario Olga i Carles y bienvenidos al Reposo del Alma

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