Os voy a comentar una anécdota que hace tiempo me ocurrió. Cuando me sucedió me pareció interesante comentarlo en el blog, ya que toda experiencia puede transmutarse en conocimiento y aprendizaje (al menos yo así lo intento hacer), y es ese el motivo de que os la comente.
Cuando llega el buen tiempo suelo realizar paseos por el campo en BTT (Bicicleta Todo Terreno). Uno de esos días cogí la bicicleta y salí a dar una vuelta. En un punto del recorrido, mientras iba pensando y disfrutando de los paisajes y bellos colores que la Naturaleza nos ofrece, pasé por una zona mas urbanizada. En un determinado momento vi en el suelo, delante de mí, a un caracol. Maniobré con la bicicleta para evitar aplastarlo y observé que dicho caracol se encontraba en un punto de la calzada muy próximo al lateral derecho de la misma. Instantáneamente pensé que, aunque le faltaba poca distancia por recorrer antes de estar a salvo en el prado, se encontraba aún en una zona de la calzada en la cual, aunque difícil, era susceptible de ser aplastado por algún vehículo. Mientras iba alejándome del caracol acudían a mi mente fugaces pensamientos: