martes, 24 de abril de 2012

EL SENTIDO DEL YO

 
¿El sentido del "yo" no es natural a todos los seres, puesto que lo enuncian corrientemente en expresiones como "Yo venía", "Yo iba", "Yo hacía" o "Yo era"? Por la reflexión descubrimos que el "Yo" es identificado con el cuerpo, porque los movimientos y funciones similares son lo propio del cuerpo. Pero, ¿el cuerpo puede ser esta "consciencia del Yo"? Él no existía antes del nacimiento, está compuesto de los cinco elementos, está ausente durante el sueño, y, finalmente, se convierte en un cadáver. No, eso es imposible. Ese sentido del "yo" que emana del cuerpo es por otra parte denominado ego, ignorancia, ilusión, impureza, o sí individual. El propósito de todas las Escrituras es esta búsqueda (del Sí mismo).

jueves, 19 de abril de 2012

QUIEN NO VEA A DIOS EN TODAS LAS COSAS, NO ENCONTRARÁ A DIOS



Se suele decir que "si se mueve tiene vida". Los que simpatizamos con la doctrina teosófica creemos que todo en el Universo tiene vida aunque aparentemente no lo parezca por su quietud. A veces, nuestros sentidos físicos nos impiden transmitir plenamente a nuestra conciencia la realidad inherente a toda forma de vida. En este sencillo ejemplo y gracias a la tecnología, podremos "transformar" esa aparente quietud en movimiento, permitiéndo a nuestra conciencia ser "consciente" (valga la redundancia) de ese movimiento y observar al mismo tiempo toda la belleza que esa forma de vida nos puede proporcionar.

Este vídeo puede ser visualizado desde diversos sitios en internet. En este caso concreto ha sido obtenido desde YouTube del usuario , pero desconozco el autor del mismo.
 
Recomiendo observar las imágenes en pantalla completa (rectángulo inferior derecho del vídeo), a alta resolución y con sonido, para poder disfrutar aún mas de las mismas (Para poder cambiar la resolución, debéis situar el cursor encima de la rueda dentada del margen inferior derecho del vídeo y clickar. Se os mostrará una lista de resoluciones y deberéis elegir la superior de la lista "HD 720 píxels").
 

miércoles, 11 de abril de 2012

LA ESCALA DE ORO

 
Vida limpia, mente abierta,
corazón puro, intelecto despierto,
percepción espiritual sin velos,
fraternidad hacia el condiscípulo.

Presteza para dar y recibir consejo e instrucción,
leal sentido del deber hacia el Maestro
obediencia a los mandatos de la Verdad,
toda vez que hemos puesto nuestra confianza en Él
y creamos que el Maestro la posee.

Valor para soportar las injusticias personales,
enérgica declaración de principios,
valiente defensa de los que son injustamente atacados,
y mirada siempre fija en el ideal humano
de progreso y perfección que revela la ciencia secreta.

—Esa es la Escala de Oro,
por cuyos peldaños el aspirante puede ascender
al Templo de la Sabiduría Divina.

                                                        H. P. Blavatsky

jueves, 5 de abril de 2012

EL DESPERTAR DEL ALMA


En tanto que el hombre, en su peregrinación por la materia, se identifica enteramente con sus cuerpos, cuyos dictados obedece cumplidamente, con olvido de su verdadera y divina naturaleza, no sufre pero se satisface a modo de los animales. El sufrimiento empieza cuando el alma en su terrena cárcel suspira por la divina Mansión de la cual vive expatriada, cuando el amor, la belleza y la verdad despiertan la conciencia de su verdadera naturaleza.

Estamos como Prometeo encadenados a la roca de la materia, pero hasta que tenemos  conciencia de lo que verdaderamente somos, no nos damos cuenta de que estamos prisioneros y expatriados. Así pudiera vivir quien desterrado de su patria en los días de la juventud, hubiese permanecido muchos años entre extranjeros, recordando amargamente, en medio de las miserias y privaciones de su destierro, que hubo un tiempo en que conoció distinto ambiente. Pero quizás algún día oye un canto que oyera en su juventud, y con súbita agonía recuerda lo que perdió, considerando penosamente que es un desterrado, lejos de todo cuanto le fue querido. Estas memorias resucitan el anhelo de la nativa patria, y este anhelo cobra mayor intensidad  que nunca. Entonces comienzan el sufrimiento y la lucha. El sufrimiento a causa de conocer lo que perdió; y la lucha en el intento siempre más o menos penoso de recobrar lo un tiempo poseído.