Como habréis observado los que soléis seguir este blog, no suele ser habitual que de opiniones personales sobre determinados temas, ya que me considero un simple buscador de la Verdad que, como muchos, ya tiene suficiente trabajo con orientar sus pasos en una determinada dirección dentro de este mundo tan convulso. Por este motivo, cuando me refiero a temas espirituales, mi propósito (raras veces cumplido) es el de mostrarlos de la manera mas pura posible e intentando que mi personalidad influya lo menos posible en mis opiniones al respecto. Intento que sea esa "inspiración" que a veces todos sentimos, la que se encargue de redactar el artículo.
Se que es muy difícil actuar como alma e incluso a veces dudo de que verdaderamente sea ella la que se manifiesta a través de mi persona cuando dejo algún comentario (lo cual puede ser cierto o simplemente una subjetiva interpretación de mi personalidad), pero aún así os ofreceré una reflexión personal sobre el tema del Amor (con mayúsculas).
Uno de los principales problemas que nos encontramos cuando damos amor (o creemos darlo, cosa muy diferente) suele ser el de esperar que ese amor que hemos ofrecido nos sea devuelto al menos con la misma intensidad (sino mas) con la que (creemos) lo hemos dado. Nos ofendemos, resentimos o entristecemos si no somos satisfechos en nuestras expectativas respecto a lo que esperábamos recibir. Consideramos que es injusto que hayamos dado "algo" y no recibamos "nada" o, en el mejor de los casos, menos de lo que pensamos nos correspondería.
Intentemos ver las cosas desde otro ángulo.
El problema que nos encontramos casi todos es el de no saber identificarnos con nuestra alma. Si lo hiciésemos, supiésemos y, sobre todo, "sintiésemos" que cuando estoy hablando con alguien tengo detrás suyo a un alma como la mía y no a una persona que se equivoca, critica y tiene sus defectos; como alma no me debería importar, ya que sabría que "esa persona" simplemente está realizando un papel. Es un actor/actriz que está desempeñando el papel que le ha tocado interpretar en esta vida y con el cual "se identifica plenamente", siendo inconsciente de que él/ella es algo mas que un simple papel a interpretar. Él/ella es un alma, y como tal, está unida a todas las almas. Por tanto si ofrecemos Amor lo ofrecemos a todas las almas ya que todas las almas son parte del Anima Mundi; todas son Una.
Visto de manera simple. De la misma manera que si yo, se que soy yo, y cuando me regalo a mi mismo un trozo de chocolate, no espero que yo me de las gracias ni que me devuelva el detalle a mi mismo, lo mismo habría de ocurrir con todos los seres vivos. Si yo supiese (pero no solo por estar escrito en los libros, sino por sentirlo internamente) de que cuando doy amor, no he de esperar recompensa alguna por ello, ya que se los estoy dando al mismo Ser del cual yo formo parte, probablemente no me sentiría desengañado ni resentido, puesto que sería absurdo esperar recompensa de uno mismo por dar algo a uno mismo...
Hemos de llegar a ser conscientes de que no somos los papeles a interpretar sinó los individuos que hacen de actor/actriz.
Es difícil aceptarlo. Lo es... Sino lo fuese, ¿para qué estaríamos aquí?
Dani