martes, 10 de septiembre de 2019

DIALOGOS CONMIGO MISMO (XLV)




Esta entrada es la continuación de: 


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Cronología Personal Espiritual (un estímulo para nuevos estudiantes)

Durante años, el deseo de respuesta a esa inquietud espiritual que tarde o temprano el ser humano experimenta en algún momento de su existencia (como alma al menos), me llevó a leer diversas publicaciones y libros, la mayor parte de ellos orientados desde la óptica Teosófica y orientalista.

En un momento dado, el destino me brindó la oportunidad de leer uno de los libros que contenían parte de las enseñanzas que el Maestro Tibetano (Djwhal Khul) transmitió a la humanidad a través de Alice A. Bailey (libros conocidos habitualmente con el nombre de "libros azules").

Desde las primeras páginas, su contenido despertó en mi persona un profundo interés hacia sus enseñanzas aún no siendo, a veces, éstas de fácil lectura.

Con los años, y habiendo leído prácticamente todos sus libros, puedo decir a nivel personal y sin miedo a equivocarme, que existe un antes y un después desde el mismo momento en que leí, en una de las recopilaciones de su obra ("Reflexionen sobre Esto"), su primera frase.

La dificultad de sus textos (dificultad ésta que viene dada por tratar mucha de su enseñanza de conceptos abstractos a los cuales nuestra mente concreta le resulta muy difícil entender) no representó (en mi caso) ningún obstáculo. "Algo" me decía que continuase leyendo aunque, en un principio, poca cosa podía asimilar.

Me sorprendió a mi mismo la decisión tomada, puesto que había pasado muchos años de mi vida leyendo lecturas teosóficas y de otros tipos, y sabía que no aceptaba de entrada cualquier texto que no hubiese estado primeramente filtrado por mi discernimiento, análisis y razonamiento. Lo que pusiese en un libro, por sagrado o importante que éste representase para mucha gente, no implicaba mi directa aceptación si no armonizaba internamente con mis principios. Por tanto, me sorprendía esa atracción magnética de sus textos y, aún más, no captando al principio muchas de sus explicaciones.

En la actualidad, y observando ya desde la lejanía de ese primer día, creo saber que la decisión que tomé fue la correcta, afirmándomelo determinadas circunstancias personales y situaciones vividas.

Espero que esta pequeña reseña personal de mi introducción en las enseñanzas del Maestro Tibetano, sirva de aliciente y estímulo para quienes, en un principio, se sientan desanimados al no entender y/o asimilar muchas de sus enseñanzas.

Con todo esto, en ningún momento quiero decir que otro tipo de enseñanzas no sean igual, o incluso, más válidas que las del Tibetano. Cada uno de nosotros tenemos unas características, cualidades y aspectos que hacen que un determinado tipo de enseñanza se adapte mejor a nuestra forma de ser. Verdad hay Una. Maneras de llegar a ella, diversas.

Por último, solo aconsejaros que si decidís iniciaros en las enseñanzas de Djwhal Khul o de cualquier otra, no utilicéis las mismas de manera egoísta. El conocimiento conlleva responsabilidad, y ese conocimiento y responsabilidad, si no es utilizado en la dirección correcta, solo sirve para generar karma.



El Mal

El mal es el efecto colateral de la manifestación del bien. Es el residuo del proceso evolutivo. Es la imposibilidad de poder manifestar la perfección divina a través de la materia. Todo bien se convierte en mal cuando una vez experimentando determinado proceso necesario en la evolución del Ser, éste se niega a proseguir su natural desarrollo, se ancla a la materia y cristaliza.

El bien y el mal son inseparables en tanto exista manifestación puesto que, a partir del momento en que el Espíritu se manifiesta y limita a través de la materia, Él mismo podrá expresar mayor o menor perfección dependiendo del grado evolutivo de la misma, pero ese límite, por sutil que éste sea, no dejará de ser un límite.



El Tiempo

El tiempo es la distancia en el firmamento que existe entre la voluntad o propósito del solicitante y la realización de lo solicitado.



 Fenómenos Atmosféricos y Karma

Las emociones están íntimamente ligadas al Plano astral, y éste al elemento agua. Los pensamientos al mental, y éste al fuego.

No se ha de ser demasiado observador para verificar que el cambio climático está necesariamente vinculado al ser humano. No tanto por lo que el puede contribuir (que contribuye) con el mal uso de los recursos de la Naturaleza, sino como con toda la atmósfera de malos pensamientos y deseos que envuelve a nuestro planeta.

Por lógica, sería de esperar que, si no se impide la proliferación de malos hábitos en el ser humano a nivel de emociones y pensamientos, vayan incrementándose fenómenos atmosféricos adversos.

Existen en la actualidad muchas personas que ya no se encuentran tan condicionadas por las emociones (conciencia atlante) pero sí por sus pensamientos (conciencia aria). Por tanto, inundaciones y fenómenos relacionados con el agua han de esperarse, en la medida que existe aún en buena parte de la humanidad la conciencia polarizada en las emociones, pero irán en aumento los fenómenos relacionados con el fuego (polarización mental) como erupciones volcánicas, terremotos (que no dejan de ser los movimientos producidos por las placas tectónicas en el interior del planeta producidas por el movimiento del magma) e incendios.

¿Podemos evitar su proliferación? No solo podemos sino que deberíamos. Es cierto que algunos de estos fenómenos escapan a nuestro control desde el momento que vienen marcados por el karma planetario (y la humanidad tiene mucho que ver con el mismo) y los propósitos del Logos Planetario en la reestructuración de su forma física (la Tierra) a los efectos de preparar Su cuerpo para la recepción de una Iniciación, pero si evitamos contribuir con nuestros malos pensamientos y malos deseos al mantenimiento de la tóxica atmósfera que envuelve al planeta, estaremos:

primero, contribuyendo a facilitar que la transición sea mas rápida para el Logos y menos traumática para todos los seres que forman su cuerpo de manifestación, es decir, toda la vida planetaria;

segundo, contribuir a la realización del Plan Divino, facilitando y no impidiendo su manifestación en la Tierra.

Podríamos resumirlo simplemente como: No podemos evitar el karma del pasado, pero si no generarlo para un futuro.



El Perdón

El perdón es perdón, se mire como se mire.

Lo que a veces se comenta en frases como perdón, en realidad es el "olvido" y/o el "desapego" a esa acción, emoción o pensamiento, no el perdón.

El perdón es un aspecto de la divinidad en el que, la comprensión del otro, el no guardar rencor hacia el otro y el saber que el otro es, al igual que uno mismo, una fracción del Uno, permite romper el vínculo (no el kármico) que impide que esas dos personas puedan seguir evolucionando sin estar ligadas por el rencor, odio, rabia... etc.

Pocos de nosotros realmente perdonamos puesto que intentamos olvidar, pero no aceptar que quien nos dañó, tiene un recorrido evolutivo a desarrollar y que éste a veces implica relaciones humanas en las que alguien sale perjudicado.

Los grandes Seres sí perdonan puesto que saben, sienten y entienden que quien les dañó no deja de ser él mismo pero en estadios evolutivos muy anteriores e inferiores.


Dani

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