11 de marzo de 2011. Un terremoto de magnitud 8,9 y un posterior tsunami provocan muerte y destrucción en Japón.
Al igual que mucha gente, el día 11 me desperté con la triste noticia del terremoto de Japón. La tecnología y los medios de comunicación me han permitido ser testigo involuntario junto a muchos, del desastre acontecido en tierras niponas. Esa relativa tranquilidad que ofrece el encontrarse a miles de kilómetros del centro del seísmo, me permite con mayor serenidad que otros reflexionar sobre el suceso (y digo relativa, porque al igual que muchas personas, los acontecimientos presenciados en los medios de comunicación, han causado fuerte impacto en mi persona).
En primer lugar mi mas sincero pésame y condolencias para todas las personas que han perdido a seres queridos. Mis mejores sentimientos de paz y amor para los seres que han desencarnado de forma violenta, y para los que han quedado con vida pero en una situación dramática y de desolación. Mi mas ferviente deseo de que su recuperación sea rápida y completa.
Creo que de toda situación, por dolorosa que esta sea, hemos de poder aprender de la misma, ya que soy de la opinión de que no es un error cometer errores; el error es no aprender de ellos.
El drama de Japón me hace reflexionar sobre algunos aspectos que siempre he querido comentar y nunca he encontrado el momento oportuno de hacerlo. Es un tema que siempre he considerado importante, pero al cual (al menos hasta el momento) no se le suele prestar demasiada atención, sobre todo por determinados sectores de la sociedad.
En situaciones como esta me viene rápidamente a la cabeza, esa estúpida pretensión del ser humano por querer controlar a la Naturaleza. Simplemente hemos de echar una ojeada a la historia de la humanidad para comprobar como grandes monumentos, ciudades enteras y hasta civilizaciones han desaparecido por los efectos de las fuerzas destructoras de la Naturaleza. Creo que hemos de aprender a ser mas humildes y entender que aunque no nos guste, la cosas son como son y la Naturaleza es como es. Pero no, no suele ser así. No solo no nos conformamos ni lo aceptamos, sino que además nos creemos dueños y señores de la Tierra. Creemos que todo lo que existe en la misma está dispuesto para nuestro disfrute y capricho. Nos creemos dueños de la misma con derecho a hacer y deshacer a nuestro antojo y comodidad, ignorando a otras formas de vida que coexisten con nosotros en este mismo mundo, negándoles a las mismas esos derechos de los cuales nosotros nos consideramos propietarios. Creemos que el planeta entero es una inagotable fuente de recursos que puede ser expoliada a perpetuidad. Creemos que podemos modificar con nuestra ingeniería el resultado de cientos de miles de años de evolución planetaria que, aunque lenta, es constante... Podría continuar extendiéndome durante mucho tiempo, pero no es mi intención poner a prueba la paciencia de los lectores.
En nuestra frenética carrera por querer controlar los recursos del planeta, destruimos con mayor rapidez con la que construimos. No le damos tiempo a la Naturaleza para que se regenere por si misma. Tarde o temprano las consecuencias de nuestros errores nos pasarán factura (ya nos la están empezando a pasar).
Desde mi opinión, tampoco veo relación de todo esto con designios divinos ni profecías apocalípticas. Es una simple cuestión de no querer aprender de experiencias anteriores y de no aplicar el razonamiento lógico de las leyes que rigen el Universo. ¿El que una persona se precipité al vacío y acabe estrellándose en el suelo, es producido por culpa de una injusta y malvada ley de gravedad?, o ¿quizás sea el resultado de la trasgresión de dicha ley y por tanto de un efecto producido por una causa?... El ser humano insiste y persiste en querer aplicar su derecho de libre albedrío (el cual yo creo que todos poseemos, ya que de lo contrario seríamos unas simples marionetas a merced de un destino caprichoso e injusto), pero no suele aceptar la responsabilidad que conlleva esa libertad de poder decidir, ni las consecuencias de sus acciones sobre el medio ambiente.
Según mis convicciones, la Tierra (El Logos Terrestre) al igual que nosotros y cualquier partícula del Universo, forma parte del Plan Divino. A ese Plan Divino se lo denomina Evolución. Si nosotros (consciente o inconscientemente) obstaculizamos la labor de la Tierra en su evolución y dificultamos su objetivo, estamos trabajando en contra de dicho Plan. Si transgredimos las leyes perfectas y universales del Cosmos, estamos trabajando en contra de la evolución..., cualquier acción que vaya en dirección opuesta al progreso evolutivo, es una acción en contra del Plan Divino y por tanto, aparte de equivocada, condenada tarde o temprano al fracaso, con las previsibles consecuencias que suelen acompañar a estas acciones (dolor y sufrimiento).
Según yo lo veo, la Tierra es un ser vivo formado por infinidad de formas de vida de toda clase (conocidas o desconocidas, pero formas de vida a la fin), de la misma manera que el cuerpo humano es un conjunto de pequeñas vidas (células y órganos). Tanto los unos como los otros necesitamos de nuestros respectivos entes superiores para poder subsistir (los humanos y otras formas de vida, de la Tierra, y las células y órganos del cuerpo físico, del ser humano). Tanto las pequeñas vidas que integran nuestro cuerpo como las que integran la de la Tierra, tienen una función a realizar en ese gran engranaje al que pertenecen. Si de alguna manera se rompe el equilibrio o se producen acciones contraproducentes el caos está servido. Un ejemplo: si determinadas células del cuerpo humano desoyen las funciones que tienen otorgadas y van por libre, provocarán una situación de desarmonía y el resultado será un cáncer. Si determinadas formas de vida (los humanos en este caso) hacen caso omiso a las reglas que la Naturaleza ha impuesto, su trasgresión, provocará inevitablemente caos con sus adversas consecuencias (cambios climáticos, desastres naturales, etc.).
No es necesario que nos adviertan de profecías catastrofistas, años 2012 o hechos apocalípticos. Nosotros mismos en cierta manera estamos construyendo día a día esas profecías. Algunos de los resultados que estamos obteniendo son consecuencias de acciones incorrectas realizadas en el pasado, y eso no es una predicción ni un vaticinio, a eso yo le llamo estupidez humana, por no querer ver mas allá de nuestras narices ni de querer asumir nuestras responsabilidades y, lo que es peor, por no querer aprender de los errores cometidos.
Creo que ya va siendo hora de que tomemos conciencia (pero tomar conciencia de verdad) de que el mundo no puede ir bien de la manera que va, y que la Naturaleza es muy sabía. Ella no permitirá que acabemos con el planeta, ya que hay una labor evolutiva a realizar y hasta que esta no concluya no desaparecerá (por otro lado creo yo, que aunque poseamos libre albedrío, la Jerarquía Espiritual que supervisa el recorrido de la humanidad, tampoco nos permitiría llegar a un punto de no retorno que implicase nuestra propia autodestrucción). Pero aún siendo así, ello no significa que no podamos hacernos mucho daño a nosotros mismos, al planeta y a los seres vivos que lo habitan..
Intentemos viajar en esta bonita nave llamada Tierra, todas las formas de vida que componemos su tripulación, de manera armónica y fraternal, y así probablemente llegaremos todos juntos a buen puerto.
Dejo unos links relacionados directa o indirectamente con la Naturaleza, por si alguien estuviese interesado en consultar información publicada con anterioridad. El tema tratado a mi entender es de vital importancia, no tan solo cuando dramáticos sucesos como los actuales nos lo recuerdan, sino en todo momento.
Hola Dani :
ResponderEliminarInteresante entrada. Antes que nada solidarizarme con nuestros hermanos Japoneses en la desgracia.
Hace poco leí una frase que llevaba puesta Eduardo Punset en su camiseta y me llamó la atención: “La neurona no sabes quién eres, ni le importa”. Creo que está afirmación es aplicable al planeta Tierra, “LA TIERRA NO SABES QUIÉN ERES, NI LE IMPORTA”. Creo que muchas personas se van dando cuenta que aunque nacemos por ley natural, llega un momento que gran parte de nuestra vida depende de nuestras acciones; es decir, a la Tierra no le importa la contaminación, ni la sobreexplotación, ni que acabemos con los recursos.
¿Qué recursos? Los que nos son necesarios para vivir. Sí, a nosotros. Por supuesto a más especies, pero que nadie dude que a nosotros seguros.
Si la Tierra pensará, probablemente podría responder ante nuestras quejas: Se os ha dado un cerebro para que lo uséis a vuestro favor. ¿Por qué no lo hacéis?
Namasté, y aunemos nuestras buenas vibraciones para ayudar a todos nuestros hermanos que sufren: Japón, Libia,…
Gracias por tu comentario Toies.
ResponderEliminarDesconozco si la Tierra piensa (al menos de la manera que los humanos entendemos lo que es pensar), pero lo que si creo es que es un ser vivo, y bien vivo. Como tal se regenera y evoluciona, pero al igual que nosotros cuando tenemos un resfriado nuestras defensas atacan a los microbios e intentan neutralizarlas, lo mismo pienso que puede llegar a hacer la Tierra si llegamos a serle demasiados molestos para ella, hasta el extremo de no dejarle seguir realizando su labor.
A la frase "Se os ha dado un cerebro para que lo uséis a vuestro favor. ¿Por qué no lo hacéis?"... yo añadiría "además también se os ha dado un alma para que seáis sensibles, ¿por qué no le hacéis caso al corazón?...
Gracias Toies por tu interesante reflexión.
Como bien dices intentemos enviar buenas vibraciones no solo a los que sufren hoy en Japón y Libia, sino también a los que siempre sufren aunque no sean nunca noticia.
Namaste