"La bondad hace a las personas más sanas y felices. Es la actitud más
económica y pragmática que existe, puesto que nos permite ahorrar mucha
energía en sospechas, preocupaciones, resentimientos, manipulación y
reacciones a la defensiva."
En este libro sencillo e
inspirador, su autor nos demuestra que, en este momento crucial para la
humanidad, la bondad no es un lujo sino una necesidad. Ser bondadoso con
los demás es hacerse, además, el mejor regalo a uno mismo.
Piero Ferrucci está convencido de que, como seres humanos, sólo tendremos futuro si pensamos con el corazón.
En "El poder de la bondad", nos hace una lista de una serie de
cualidades (18) que nos inducen a ello y nos permiten vivir una vida más
sana y feliz.
1. La honestidad.
Ser transparentes es
un alivio, el no tener que fingir simplifica nuestra vida. Debes dejar
que los otros te conozcan sin mentiras ni dobleces. Tan pronto como te
vuelvas realmente transparente, empezarás a sentirte mejor. Pero la
honestidad es una conquista. Debemos aprender paulatinamente, lo cual
hace que seamos más fuertes y maduros.
Escribir sobre nosotros mismos es una buena forma de conectar con nuestras emociones, una autorrevelación.
2. El calor humano.
El efecto del calor y la bondad son duraderos. Piensa cómo un encuentro
con una persona cálida y amable hace que te sientas mejor. Cuando
acariciamos a un gato que ronronea de gozo, ¿quién da y quién recibe
calor? O cuando disfrutamos de la compañía de alguien, ¿quién da y quién
recibe ternura? Si damos calor, no terminamos sintiendo frío; el
beneficio es simétrico.
El calor no sólo confirma lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.
3. El perdón.
El perdón significa que no deseas seguir albergando ira debido a una
vieja ofensa y, por ende, amargándote la vida. A veces el perdón es el
único remedio para aliviar un intenso sufrimiento. Una persona incapaz
de perdonar es comparable a una ciudad con el tráfico congestionado:
calles bloqueadas, coches atascados con el motor en marcha, que no
pueden circular, exhalando humos que contaminan el ambiente. Ese es el
estado del resentimiento: la energía vital bloqueada, entorpeciendo el
pensamiento, envenenando la vida.
4. El contacto.
El
aislamiento social se considera un peligro tan grave para la salud como
el fumar. Está ligado a una mayor incidencia de enfermedades cardiacas,
trastornos del sueño, depresión, dolor de espalda, deterioro de la
memoria, etc. Es la tragedia de una persona incapaz de abrirse a las
demás, que se siente como si proviniera de otro mundo, que pide lo
imposible, que se distancia de todos. Desarrollar el contacto humano
(emocional o físico) nos ayuda a sentir en conexión y derrite las
armaduras más difíciles.
5. Sentirse integrado.
Formar
parte de un grupo o una comunidad te reporta numerosos beneficios. Hace
que te sientas reconocido, te permite interactuar con las demás
personas y elimina el terrible espectro de la soledad. Pero es
importante evitar que la pertenencia a un grupo te separe más de "los
otros". La clave reside en la bondad de la mirada.
6. La confianza.
Confiar es apostar. Cada vez que confiamos en alguien, nos la jugamos.
Pero la alternativa es peor, porque si no nos arriesgamos no conseguimos
nada. La confianza tiene la propiedad de relajar las inhibiciones y
resolver viejos traumas. Las dudas, los temores y los recelos que
arrastramos no sólo nos impiden progresar sino que erosionan nuestra
energía. La confianza nos aproxima a los demás. Sin embargo, espera sólo
lo que las personas quieran ofrecer libremente; vigila tus exigencia.
Las personas que esperan demasiado (sin consultar a las demás) son las
que luego van quejándose de que "el mundo no es de fiar" y "la gente les
falla".
7. Prestar atención.
Lo único que realmente
cuenta es el momento presente. Deshazte de miedos y preocupaciones y
sumérgete en el momento que te toca vivir, disfrutarás mejor lo que te
ocurre y evitarás desaprovechar oportunidades que pasan por tu lado
continuamente. Lo único que diferencia a las personas "afortunadas", que
sienten que su vida está llena de casualidades a su favor, de las
demás, es que éstas están más relajadas y tienden a ver no sólo lo que
buscan sino también lo que no buscan, abiertas a lo novedoso e
inesperado, y capaces de reconocer sus oportunidades.
8. La empatía.
Se trata de la expansión de la conciencia. Si te muestras insensible a
las emociones de los demás cada relación se convierte en una farsa
imposible. La empatía es el mejor medio de construir y mejorar una
relación. Pero ésta no es una cualidad fácil, alegre y desenfadada. Para
que sea plena y auténtica, debes mantener una relación saludable
también con tu sufrimiento y el de los demás.
9. La humildad.
Recuerda: no eres la única persona que cuenta. En ocasiones la humildad
es dura, incluso dolorosa. Pero en todo caso, siempre es beneficiosa.
Con frecuencia nos volvemos más humildes después de un fracaso;
comprendemos que somos falibles y vulnerables. Y ese descubrimiento nos
acerca a las demás personas. Porque en nuestras imperfecciones, nos
reconocemos en las imperfecciones de los demás, y eso hace nuestros
juicios más suaves y nuestra aceptación más plena.
10. La paciencia.
La virtud de la paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con
personas difíciles, las que se niegan a escuchar la voz de la razón, las
que pierden los estribos a la primera de cambio, las que se niegan a
ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a ellas suele ser de irritación,
o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en silencio. Pero también
cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia y ayudar a esas
personas a que se sientan mejor consigo mismas.
La paciencia no es tan enojosa y aburrida como creemos, es una percepción distinta del tiempo.
11. La generosidad.
Ser generoso es arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos
temores (a la pérdida), y significa también redefinir nuestros límites.
Entonces se produce en nosotros una profunda transformación. Para la
persona generosa los límites son permeables. Lo que es tuyo -tu
sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto es compasión. Lo que es
mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y facultades, mi tiempo y
mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es generosidad.
12. El respeto.
La forma en que miramos a los demás nunca es neutral, puesto que
transformamos lo que vemos. El respeto consiste en molestarte en conocer
a fondo a la persona que tratas, reconocerla como una persona real y
única. No tratarla como algo invisible o un estereotipo, sino como
merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no sólo porque
responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No dejarla
atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla por lo que
es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto consiste en
ver realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los juicios de valor van acompañados del deseo de controlar, algo muy alejado del respeto.
13. La flexibilidad.
La flexibilidad es una forma de sabiduría práctica, una inteligencia
que vive en el presente, que intuye el cambio y posee la maleabilidad
necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. Un tipo de
sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos controlar cada
elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una
estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de las
ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son. Si
somos capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos más
apegados, podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el absurdo.
Esto es creatividad. Una actitud que se convierte en una forma de vida e
incluso en un camino espiritual.
14. La memoria.
En
nuestra mente narcisista, las otras personas sólo existen cuando las
vemos, las tocamos, las escuchamos o cuando pensamos en ellas. Recordar
es vivir. Olvidar es morir. Las personas que pertenecen a nuestra
historia forman parte de nosotros, y necesitamos su presencia y apoyo
para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas aquellas que ya no nos son
útiles.
No comprenderemos las relaciones que mantenemos con los
demás si no entendemos profundamente hasta qué punto nuestras vidas
están entretejidas con el pasado, el presente y el futuro, hasta qué
punto forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de nosotros
es todos los demás.
15. La lealtad.
La capacidad de
durar a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es un
ingrediente esencial de la bondad, se llama lealtad. A las personas que
no son leales les aterroriza analizar sus sentimientos, pues temen lo
que puedan hallar. Temen sostener unas ideas propias, pues eso equivale a
arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja, por lo que tienen que
sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al carecer de
seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad significa
"estar con"; respetar lo que cuenta por encima de todo y seguir
haciéndolo a pesar de los obstáculos.
16. La gratitud.
La gratitud es ante todo una actitud mental. Se basa en reconocer el
valor de lo que la vida nos ofrece, y el hecho de comprenderlo libera
nuestras emociones. Si reconoces el valor de lo que posees te sentirás
rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y desgraciado.
La
auténtica gratitud nace cuando están presentes la solidaridad y la
conciencia del mal; de lo contrario sólo se trata de un optimismo falso y
superficial.
Con gratitud la vida resulta más fácil, dejamos de
gemir y de quejarnos, no tenemos que emprender batallas sangrientas ni
de alcanzar victorias imposibles. Comprobamos que la felicidad ya está
aquí. Que ya existe, delante de nuestros ojos.
17. El servicio.
Cuando alguien tiene un gesto amable con nosotros solemos recordarlo
durante mucho tiempo, quizás siempre. Puedes prestar pequeños servicios
en detalles cotidianos como sostener la puerta para dejar que pase
alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento en el autobús. Intenta
hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable siempre que
puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que uno es. En
ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos sintamos
mejor, más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un gran
servicio.
Otra forma de servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda gratuita a otras personas.
18. La alegría.
Es nuestro estado natural, estamos programados para ser alegres. La
alegría constituye la base de la bondad porque la auténtica bondad sólo
puede ofrecerse con alegría. Y el sentido del humor es un gran
ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de culpa obstaculizan la
alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un poco más a
esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y regalarnos
esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica, cualquier cosa
que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran esfuerzo y
sacrificio, pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de bondad, con alegría, será más auténtica y mejor recibida por ambas partes.
Asi mismo, según Sharon Salzberg, en su libro "Loving Kindness", Buda
enumera los beneficios de la bondad de la siguiente manera:
La persona bondadosa:
1. Dormirá con facilidad.
2. Se despertará con facilidad.
3. Tendrá sueños agradables.
4. La gente la querrá.
5. Los "devas" (ángeles o seres celestiales) y los animales le amarán.
6. Los "devas" la protegerán.
7. Los peligros externos no la lastimarán (no en la misma medida que desde una actitud de odio o resentimiento).
8. Lucirá un rostro radiante.
9. Su mente será serena.
10. No morirá en un estado de confusión.
11. Renacerá en un ámbito feliz.
*** Extractos de un texto de Marié Morales.
Fuí consciente de esta información gracias a su publicación en la red social Tendencia Vital
Fuí consciente de esta información gracias a su publicación en la red social Tendencia Vital
Ojalá esta informacion se expanda,pues los beneficios de sentir esta bondad son inmediatos y enormemente contagiosos.
ResponderEliminarGracias,
un abrazo
La mejor manera de expandirla es practicarla y ser ejemplos de ella para que los demás se contagien de su actitud.
EliminarGracias Zanne por tu apreciado comentario y visita.
Un abrazo
Diariamente debemos irradiar esa LUZ.
ResponderEliminarGracias.
Sí, diariamente. Consciente e inconscientemente. Cuando el conjunto de las pequeñas luces unidas sea lo suficientemente esplendoroso, su Luz será tan fuerte que no existirá sombra alguna que disipar.
EliminarUn abrazo.
Muy buenos consejos. A brillar tod@s
ResponderEliminarA brillar y a no deslumbrarnos por nosotros mismos (que implicaría que pecamos de inmodestia).
ResponderEliminarUn abrazo